jueves, noviembre 27, 2008

San Sebastián: santo patrono de la comunidad gay.


San Sebastián


Rebelde en el Imperio Romano, mártir del cristianismo, modelo de belleza masculina y musa pecaminosa para monjas, icono sadomasoquista y afiche gay.


No era un dios, pero era lo segundo mejor: un santo. San Sebastián, un baby-face de torso desnudo y piel blanquísima que, atado a una antigua columna, se retuerce como un alambre mientras las flechas se hunden en su carne. Desde el Renacimiento hasta el siglo XX –cuando se irguió como santo patrono de la comunidad gay–, la imagen fue explorada por los artistas como excusa para una investigación sobre la anatomía humana (su iconografía construyó e inmortalizó una nueva belleza masculina) y, a la vez, como símbolo de la agonía y el éxtasis. Símbolo que podía ser cargado una y otra vez, como renovándose a cada paso y jamás agotarse. Tan es así que aún hoy sigue circulando. Acá van algunos apuntes sobre el santo y la flecha.En su última muestra en Sonoridad Amarilla, la dupla de Leo Chiachio y Daniel Giannone volvió sobre el tema: Los Sebastianos es un bordado enorme hecho con agujas-pluma sobre jean que, una vez más, resucita la imagen. Pero esta vez el San Sebastián se desdobla: los artistas se retratan a sí mismos atados al caño del patio escolar (quizás al colegio de monjas al que asistió Giannone y donde dice que tenía que esconder sus bordados, por miedo a que lo tildaran de maricón). Flanqueados, ya no por las ruinas de la antigüedad y las nubes algodonosas del santo de Andrea Mantegna sino por unas flores esplendorosas, multicolores, que rodean a las figuras como terapéuticas flores de Bach que tranquilizan y curan. Y acá, presenciando la escena, no estamos más que nosotros. El dolor de Los Sebastianos es más privado y a la vez, al ser dos, la angustia se atenúa. Con los ojos cerrados y los músculos laxos, las figuras parecen haberse quedado dormidas en medio de su martirio, como acostumbrados a todo eso, o como si las flechas como agujas de anestesia los sumergieran en un sueño reparador. Los cuerpos ya no son aquel cuerpo escultórico de colores terrosos del Renacimiento sino líneas sensuales mezcla de flower power y arco iris gay. Y es inevitable pasar los dedos sobre esos hilos y sentir que descansan como sobre una almohada mientras el tamaño de la tela (2,14 x 1,60 cm), al recordar el de una frazada, invita a meterse debajo.De una popularidad camp llamativa, San Sebastián, el oficial de la guardia pretoriana que en el siglo III fue condenado por el emperador romano Diocleciano por defender el cristianismo, se ha convertido en el mejor afiche publicitario sobre el deseo homosexual y, a la vez, en un retrato prototípico de lo histérico. El guiño erótico a las flechas que lo penetran, su cabeza echada hacia atrás, su boca entreabierta –mezcla de gemido de dolor y placer–, su mirada hacia el cielo, tentadora, como invitando a probar el hilito de sangre que desde la ingle recorre su pierna. Todo traduce la imagen de un hombre embriagado en el placer de su martirio. Y lo más curioso es que este icono homosexual emerge desde el corazón mismo del cristianismo, el antagonista histórico y más feroz del deseo entre personas del mismo sexo. Como una imagen que en el camino pierde su religión.Junto a la Santa Teresa de Bernini, la imagen de San Sebastián es quizás el mayor orgasmo místico (o encubierto) de la historia del arte. Por lo general los símbolos se crían, se desarrollan y mueren. Como una especie. Rudolph Wittkower, mientras trabajaba en el Warburg Institute en Londres por los años ‘30, publicó un estudio donde tomaba la idea de migración como metáfora para entender el movimiento de los símbolos, para intentar una teoría sobre la difusión de las imágenes, de los diseños y de los estilos a través del tiempo y las culturas. La imagen de San Sebastián hamigrado desde lejos. Y el punto es que la fascinación gay con este santo no sólo no decae sino que crece.“Convengamos –escribió Federico García Lorca– que una de las posturas más bellas del hombre es aquélla de San Sebastián.” Se refería a la imagen que pintó Mantegna en 1480, y que hasta el día de hoy sigue siendo la más famosa. Y la mejor: la que muestra al hombre que aún no ha dejado este mundo, que aún se debate por dentro (hay otra, inferior, de Botticcelli de 1473, donde el santo aparece más frío y distante, y el efecto es infinitamente menos conmovedor). Un icono sadomasoquista, un dandy andrógino que ama la muerte como un Mishima cuya belleza florece en el momento de mayor dolor. En el libro San Sebastian: or a Splendid Readiness for Death, Louise Bourgeois, Derek Jarman, Wolfgang Tillmans, Francesco Clemente, Bavo Defurne, Pier Paolo Pasolini, Paul Schrader y Kishin Shinoyama exploran su iconografía. Pero en todos los casos son imágenes del deseo físico una vez que el amor ha sido destilado. Después, el santo tiene sus cameos: en la película Carrie, Sissy Spacek guardaba en su armario una estatua de San Sebastián. Esa madre, fundamentalista feroz, terminaría atravesada por los cuchillos.Hace un mes, el Boston Globe sugirió que, en rigor de verdad, San Sebastián no había muerto atravesado por las flechas de los soldados romanos. Resulta que en el Museo de Bellas Artes de Boston se había encontrado una pintura de Bernardo Strozzi que mostraba a Santa Irene removiendo delicadamente las flechas del magullado cuerpo del oficial, suavemente, como quien retira agujas de acupuntura. Se dijo entonces que San Sebastián no sólo había sobrevivido al flechazo sino que, una vez liberado, se había dirigido nuevamente a desafiar al emperador quien, esta vez, lo había mandado moler a palos y luego lo había tirado en una alcantarilla. Pero se ve que la imagen del santo atado al árbol daba mejor en cámara que la menos glamorosa de un cuerpo deformado por los golpes. Tan buena fue la elección de la Iglesia que por su sola potencia la imagen elegida se les volvió en contra: llegó a cargarse de tal voluptuosidad que los líderes de la Contrarreforma, a comienzos del siglo XVI, decretaron que las pinturas de San Sebastián debían suavizarse para no agitar los deseos pecaminosos de las monjas. La de Chiachio y Giannone es una imagen sobre flechas que atraviesan la carne, construida a partir de agujas que atraviesan el lienzo. Francesco Vezzoli, un artista italiano que recrea telenovelas con actrices a las que se les ha pasado el cuarto de hora, suele incluirse en sus películas y siempre que aparece, aparece bordando. Esa puntada proustiana, esos hilos uno al lado del otro, como los palitos que traza un preso sobre la pared para contar los días que pasan, son tanto para Vezzoli como para la dupla argentina una forma de conjurar el tiempo.El bordado, también, como una escritura silenciosa de los sentimientos. Y ambos –sentimientos y técnica– históricamente asociados al espacio femenino (en sus interminables esperas, las castellanas del Medioevo copiaban en punto de cruz los motivos de las alfombras que sus hombres, entre Cruzada y Cruzada, traían de Oriente) y que ahora, apropiados por los artistas, se vuelven una forma de diálogo interior que lleva una doble misión: reúne a los hombres bajo una comunidad y a la vez los libera de su condición social. Lo que termina siendo, como dice el texto de Viviana Usubiaga que acompaña la muestra, “una historia de amor”. Una obra en donde la dupla se vuelve en sí misma el hilo narrativo. Una historia que tiñe de romanticismo lo erótico: el sexo con amor, tanto mejor. Mientrasen sus manos amorosas el bordado adquiere un toque voodoo: como una forma de meterse dentro de las personas mediante una fina aguja.

Adolescencia y Homosexualidad.


Adolescencia y Homosexualidad.

Todos los niños exploran y experimentan sexualmente como parte de su desarrollo normal. Este comportamiento sexual puede llevarse a cabo con miembros del mismo sexo o del sexo opuesto. A muchos adolescentes el pensar en o experimentar con personas del mismo sexo puede causarles preocupación y ansiedad con respecto a su orientación sexual. A otros, aún los pensamientos o fantasías pueden causarle ansiedad.La homosexualidad es la atracción sexual persistente y emocional hacia alguien del mismo sexo. Es una parte de la amplia gama de la expresión sexual. Durante la niñez y la adolescencia, por primera vez muchos individuos homosexuales se percatan de su homosexualidad y pasan por la experiencia de tener pensamientos y sentimientos homosexuales.


La homosexualidad ha existido a través de la historia y en diferentes culturas. Cambios recientes en la actitud de la sociedad hacia la homosexualidad han ayudado a algunos adolescentes homosexuales a sentirse más cómodos con su orientación sexual. En otros aspectos de su desarrollo estos jóvenes son similares a los jóvenes heterosexuales. Experimentan los mismos tipos de estrés, luchas y tareas durante la adolescencia.Los padres necesitan entender claramente que la orientación sexual no es un desorden mental. Hoy por hoy no se entienden claramente las causas de la homosexualidad. Sin embargo, la orientación sexual no es un asunto de decisión propia. En otras palabras, los individuos no escogen ser homosexuales o ser heterosexuales. No importa cuál sea su orientación sexual, todos los adolescentes tienen la alternativa de escoger la expresión de su comportamiento sexual y su estilo de vida.

A pesar de que el conocimiento y la información acerca de la homosexualidad ha aumentado, los adolescentes todavía tienen muchas preocupaciones. Estas incluyen:
sentirse diferentes a sus pares (amigos o compañeros);
sentirse culpables acerca de su orientación sexual;
preocuparse acerca de cómo puedan responder su familia y seres queridos;
ser objeto de burla y de ridículo por parte de sus pares;
preocuparse acerca del SIDA, la infección por VIH y otras enfermedades de transmisión sexual;
temer a que los discrimen si tratan de pertenecer a clubes, participar en deportes, ser admitidos en universidades y conseguir empleos;
ser rechazados y acosados por otros.

Los adolescentes homosexuales pueden aislarse socialmente, separarse de las amistades y los amigos, tener problemas concentrándose y desarrollar una pobre autoestima. También pueden desarrollar una depresión. Los padres y otras personas necesitan estar alerta a estas señales de angustia, ya que estudios recientes demuestran que los jóvenes homosexuales tienen una elevada incidencia de muertes por suicidio.

Es importante para los padres entender la orientación homosexual de sus adolescentes y proveerles apoyo emocional. Los padres frecuentemente tienen dificultad aceptando la homosexualidad de sus adolescentes por algunas de las mismas razones por las que el joven desea mantenerlo en secreto. A los adolescentes homosexuales se les debería permitir decidir cuándo y a quién revelarle su homosexualidad. Los padres y otros miembros de la familia podrían obtener entendimiento y apoyo de organizaciones como Padres, Familias y Amistades de Homosexuales [Parents, Families, and Friends of Lesbians and Gays (PFLAG)].

Los adolescentes que no se sienten cómodos con su orientación sexual o que no saben cómo expresarla, pueden beneficiarse de recibir consejería. Pueden beneficiarse del apoyo y de la oportunidad de clarificar sus emociones. La terapia también puede ayudar al adolescente a adaptarse a los problemas y conflictos que surjan en el ámbito personal, escolar y familiar. La terapia dirigida específicamente a cambiar la orientación homosexual no se recomienda y puede ser dañina en un adolescente reacio. Puede crear mayor confusión y ansiedad al reforzar los pensamientos negativos y las emociones con las que el adolescente ya está luchando.
Fuente: American Academy of Child and Adolescent Psychiatry.

domingo, noviembre 09, 2008

Los homosexuales para la Iglesia Católica.

Los homosexuales para la Iglesia Católica.


El padre jesuita y teólogo Carlos Novoa sostiene que las personas homosexuales son discriminadas. "La comunidad católica está de acuerdo con la ley de la república que da derechos patrimoniales y seguridad social a las parejas homosexuales, la cual se halla en curso de aprobación en nuestro Congreso Nacional".

“Las (os) homosexuales son hijas e hijos de Dios, sujetos de una radical dignidad e igualdad, y por ningún motivo deben ser discriminados”. Con estas palabras y en muchas ocasiones Juan Pablo II se refirió a los homosexuales.
Para ciencias tan sólidas como la psiquiatría, la psicología, la sexología o la medicina, la homosexualidad no es una aberración, sino simplemente una legítima definición sexual en la cual se hallan muchas personas no por decisión propia, así como en el caso de los heterosexuales.
En esta misma óptica se ubica el Catecismo de la Iglesia Católica, que es la presentación de los principios fundamentales de la fe católica, publicado por Juan Pablo II en 1992: “La homosexualidad designa las relaciones entre hombres o mujeres que experimentan una atracción sexual, exclusiva o predominante, hacia personas del mismo sexo. Reviste formas muy variadas a través de los siglos y las culturas.
Su origen psíquico permanece en gran medida inexplicado. … Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales instintivas. No eligen su condición homosexual” (Catecismo de la Iglesia Católica, # 2357 y 2358).
Por desgracia las personas que experimentan atracción sexual hacia su mismo género son tremendamente incomprendidas, discriminadas y hasta perseguidas. Topamos acá con un atávico y secular vicio humano como es el de la discriminación. En un pésimo manejo del ego con frecuencia la humanidad se ha afirmado y se afirma, rechazando todo lo diverso a sí mismo. En otros términos, solo hay cabida para el yo y mis intereses egoístas, todo lo demás no cuenta y los otros deben someterse a mis dictados.
La imposición despótica del ego es una tentación que a todos nos atraviesa, siendo la causa de grandes desgracias a lo largo de la historia de la humanidad y en la sociedad contemporánea como son los gobiernos dictatoriales, las guerras, la pobreza, el machismo, el desprecio por los negros, los ancianos y los enfermos. Frente a este despotismo emerge otra alternativa más sugerente y enriquecedora para todos, como es el camino de salir al otro en respeto y gratuidad, empeñados en el desarrollo recíproco en el respeto de la diferencia. Este camino del otro también llamado la alteridad, nos hace crecer a todos y es la fuente de la auténtica felicidad y realización humana, ya que en él garantizamos que cada cual realice su identidad y no se avoque a la tragedia de vivir la imposición de estilos ajenos. Por ésto la Iglesia Católica defiende a los homosexuales de toda exclusión o rechazo. Esta última realidad dolorosamente hace que el ámbito de la homosexualidad “constituya para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará, respecto a ellos, todo signo de discriminación injusta” (Catecismo de la Iglesia Católica, # 2358). Con más fuerza y contundencia se manifiesta a este propósito el Cardenal Ratzinger, hoy el papa Benedicto XVI, en un documento suyo cuando el era el Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe en el Vaticano: “Es deplorable que las personas homosexuales hayan sido y sean objeto de una violencia malévola, tanto de palabra como con acciones. Estos desafueros exigen ser condenados por todos los obispos de la Iglesia Católica en cualquier momento y lugar donde estos ocurran. Estos abusos revelan un tipo de discriminación contra las personas los cuales ponen en peligro los más fundamentales principios de una sociedad civilizada. La intrínseca dignidad de cada persona tiene que ser siempre respetada con la palabra, con los comportamientos y con el derecho.
Dichos desafueros conforman auténticos crímenes cometidos contra las personas homosexuales” (CONGREGATION FOR THE DOCTRINE OF THE FAITH, Letter to the bishops of the catholic church on the pastoral care of homosexual persons, Rome, October 1, 1986, www.vatican.va diciembre 14, 2006. La traducción del inglés es mía). De la misma manera se manifiesta el Cardenal Ratzinger en otro texto de su autoría, cuando desempeñaba el mismo cargo: “Según la enseñanza de la Iglesia, los hombres y mujeres con tendencias homosexuales deber ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza. Se evitará respecto a ellos todo signo de discriminación injusta. … La conciencia moral exige ser testigo en toda ocasión, de la verdad moral integral, a la cual se opone … la injusta discriminación de las personas homosexuales” (SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, Consideraciones acerca de los proyectos de reconocimiento legal de las uniones entre personas homosexuales, Roma, junio 3, 2003, www.vatican.va diciembre 14, 2006).
Según lo expuesto, la comunidad católica está de acuerdo con la ley de la república que da derechos patrimoniales y seguridad social a las parejas homosexuales, la cual se halla en curso de aprobación en nuestro Congreso Nacional. Se trata de un derecho elemental propio de dos personas unidas por el afecto, y que se apoyan durante su vida. Sin duda, desde este ámbito jurídico, es el mismo caso de un hijo que vive con su madre y la apoya en todo hasta su ancianidad y muerte. La ley reconoce a este hijo los mencionados derechos en relación con su progenitora. Confirma lo anterior las declaraciones dadas a los medios de comunicación a mediados del mes de octubre pasado, por el presidente y el secretario de la Conferencia Episcopal Colombiana, los obispos Luis Augusto Castro y Fabián Marulanda, en las cuales ellos afirmaron que para la comunidad católica no era ningún problema la aprobación legal de los derechos patrimoniales y la seguridad social para las parejas homosexuales.
¿QUIÉN ES EL AUTOR DE LA COLUMNA?
Sacerdote Jesuita. Profesor titular de la Pontificia Universidad Javeriana. Doctor en Ética Teológica, Licenciado en Filosofia y Teólogo por la misma Universidad. Docente e investigador de Ética en las Facultades de Arquitectura y Diseño, Derecho, Medicina y Teología del mismo centro universitario. Mágister en Etica Teológica, Pontificia Universidad Gregoriana, Roma, Italia. Profesor de ética en la Escuela Superior de Guerra de las Fuerzas Militares de Colombia. Ha publicado siete libros y más de cuarenta artículos en revistas especializadas.

TERRORISMO–CRACIA

TERRORISMO–CRACIA
(de un Uribe positivo)

Las apreciaciones de León Valencia y Antonio Caballero, acerca de la decisión del gobierno de destituir masivamente a los militares implicados en numerosas ejecuciones extrajudiciales, son sin duda más inteligentes que las mías.

Mientras ellos, como una forma de enfrentar al gobierno a sus contradicciones e inducirlo a ser artífice de su propia transformación, aplauden la medida, yo, en cambio, carente de esa finura interpretativa y de su optimismo político, insisto en que a Uribe no tenemos que agradecerle ninguna ‘sinceridad’ ni ‘valentía’ por remover a los militares.

Y no sólo porque la decisión no ha sido suya, sino una exigencia de los hechos (caso contrario aún seguiría negándolo, como incorregiblemente lo ha hecho por años), sino porque la ‘ejecución extrajudicial’, tal como lo he dicho antes, es una práctica alojada en la naturaleza misma del gobierno de Uribe.Tanto lo es, que la solución que nos propone es un regaño infantil a la tropa, instándole ahora a la captura inmediata de los alias ‘cuchillo’ y el ‘loco’. Es decir, para él la gravedad de la situación tiene solución encubriendo un ‘positivo’ con otro, hasta que hagamos de Colombia una montaña de cadáveres.

Mil veces ha ordenado Uribe explícitamente, con recompensas y con gritos, exterminar a los ‘terroristas’, ‘pegándoles una matada’, cortándoles las mano, invadiendo territorio extranjero, o, como mínimo, dándole trompadas en la cara.

Vengativo mandato que ha sido muy bien entendido y admirablemente cumplido, por las fuerzas del orden y por cada uno de los habitantes del país, en cuyas calles y hogares la violencia, visible e invisible, arrecia, glorificada por un mandatario cuya promesa cotidiana es la muerte.¿Con qué cara se quiere acusar ahora a los obedientes matadores?...El aspecto que, insisto, debemos denunciar y no perder de vista en cada análisis, es considerar (siempre) que desde el momento en que se hizo elegir Presidente con el respaldo de las fuerzas políticas y económicas vinculadas al paramilitarismo, el destino de Uribe no sólo ha sido mentir, confundir a la opinión y atacar a la justicia, sino mantener el incontenible río de ‘positivos’ que le ofrece la venerable guerra, de la cual se ha convertido en reo, inevitablemente.

Es eso lo que ha hecho Uribe durante sus seis largos años de gobierno: alimentarse de resultados, de cadáveres, sin importar que los ‘positivos’ de la guerra sean infinitamente menores que los ‘negativos’ que arroja la pobreza: los primeros se pueden mostrar, los segundos no, a menos que por arte de magia (arte de las balas) repentinamente se conviertan en ‘positivo’.

De ahí que en su ansiedad el gobierno haya querido integrar a las fuerzas militares, a la sociedad civil y a la misma guerrilla, a su cartel personal de delatores y exterminadores.Sabe que sólo arropado de guerra y ‘positivos’, falsos o verdadero, puede mantener, como cualquier Videla, Pinochet o Hitler, su magnetismo de ‘combatiente’ frente a la opinión, y a la justicia a distancia (no por mucho tiempo, esperamos, como cualquier Videla, Pinochet o Hitler).Pero sucede que lo que nos hace falsamente fuertes, es una debilidad: de tanto ocultar los propios excesos y mentiras en la figura de un enemigo, Uribe ha generado con las Farc y la violencia una relación de dependencia.Y es la destrucción de esa hermandad el arma mortal que tienen las Farc, cuando decidan usarla a fondo. Si es que quieren vencer para bien de todos, no para el bien suyo o el de Uribe.


DE TRABAJO Y TERRORISMO ESTÁ HECHO EL HOMBRE

En su apurada escapada hacia delante, el gobierno se ha propuesto trabajar, trabajar y trabajar; jamás pensar y analizar, manía de ‘terroristas’, siempre propensos a buscar razones y a historizarlo todo. La inteligencia de Uribe es avestruciana: obligado a reaccionar a coyunturas con mediatísmos, teme que en un segundo de lucidez colectiva se puedan iluminar las raíces de la guerra y del proyecto de ‘refundación’ paramilitar que él mismo regenta.

Así, cuando el colérico lobo que tienen amarrado en la ‘Casa de Nari’ logra mostrar sus orejas aceptando visitas criminales o ejecutando inocentes, Uribe aplica una doble estrategia:Primero inculpa y destituye, en masa y espectacularmente, a sus más próximos colaboradores (fusibles, le llaman); para inmediatamente después expresar la sospecha de una oscura mano ‘terrorista’ en los hechos, empecinada en desacreditar al gobierno (teoría del ‘ogro’, le llaman).Indicios que nunca ha podido sustentar, simplemente porque, resuelto a enemistarnos a todos contra todos como principio de gobernancia, es él quien, en el intento de encubrir su propia historia entre el pánico colectivo y las fortuitas demonizaciones, ejerce de ‘terrorista’.

En este punto, y disculpando siempre nuestra ‘inteligencia inferior’, preguntamos: ¿qué es, entonces, el famoso ‘terrorismo’?...Les confieso que alguna vez tuve la duda de ser ‘terroristas’ sin percatarme, igual que los incautos analfabetas de Soacha, que murieron por esa causa y nunca lo supieron.

Sin embargo, ahora que reconozco en el llamado ‘terrorismo’ una escenificación, que, según convenga, puede llamarse Farc; paramilitares; narcotraficantes; funcionarios del DAS; pobres y desempleados; indigentes y limosneros; militares que matan pobres, indigentes y limosneros; indígenas que marchan; sindicatos en huelga; columnistas y académicos; puedo decir que me siento más tranquila entre tanta compañía: ¡los terroristas somos todos!.Uff, que descanso…Y mientras la peligrosa erudición de José Obdulio resuelve ese dificilísimo encargo etimológico, quizá lo mejor que podamos hacer, para bien de nuestra integridad, es acompañar a Juan Manuel en sus oraciones para que las benditas Farc no se acaben nunca, y así las fuerzas del orden siempre tengan alguien a quien lapidar, antes de considerarnos a nosotros en su lista.Aunque en esta terrorismo-cracia, la notificación es cuestión de tiempo.

Marlene Singapur

Safo o el amor de las muchachas.

Safo o el amor de las muchachas. de Armando Esparza