domingo, agosto 29, 2010

Matrimonio Homosexual


La Corte Constitucional se apresta a tomar trascendental decisión
Un debate de alto calibre sobre el matrimonio homosexual.

La discusión está al rojo vivo. Un experto constitucionalista argumenta por qué el Procurador no representa a la sociedad sino a la Iglesia Católica.

A escasas semanas de que la Corte Constitucional resuelva de una buena vez si las parejas del mismo sexo pueden ser consideradas como una familia y, en consecuencia, contraer matrimonio, la polémica está más encendida que nunca. “La unión homosexual ni es matrimonio ni es familia”, respondió esta semana el procurador Alejandro Ordóñez en torno al anuncio de la alcaldesa de Chapinero (Bogotá), Blanca Inés Durán, de formalizar su unión con su prometida. Desde esa trinchera, Ordóñez sigue defendiendo que el matrimonio es un contrato solemne entre un hombre y una mujer con el fin de procrear, y que la familia se constituye por decisión libre de una pareja de convertirse en marido y mujer.

Posición que refrendó la Conferencia Episcopal en concepto enviado a la Corte, en el cual se refiere a que las conquistas en el reconocimiento de los derechos de las personas homosexuales no podrán llegar jamás a equipararse con el concepto tradicional de matrimonio. Una avalancha de intervenciones ciudadanas, incluidas 10 universidades, Naciones Unidas y otros organismos, ha sido aportada al expediente que estudia la magistrada María Victoria Calle. En el entretanto, 63% de los bogotanos manifestaron su aprobación hacia las tan polémicas uniones, según encuesta divulgada el pasado jueves por la Secretaría de Planeación de la capital; la madre de la alcaldesa de Chapinero se declaró libre de prejuicios con el asunto y la comunidad LGBT insiste en que se está legislando con la Biblia.

Las críticas de siempre le siguen lloviendo al procurador Ordóñez por el concepto que rindió el pasado 6 de julio ante el alto tribunal. Con su tono reposado, el jefe del Ministerio Público las controvierte, Carta Política en mano: “El ordenamiento jurídico dice claramente que (las parejas homosexuales) ni son familia ni son matrimonio y no se puede escandalizar nadie. Si se escandalizan se están escandalizando de lo que dice la Constitución, se están escandalizando de la ley”. En la otra orilla, la alcaldesa Durán cuestionó si la posición de Ordóñez es jurídica, dogmática o religiosa. Una tesis que ha venido esbozando desde una perspectiva académica el doctor en derecho constitucional y profesor de la Universidad Externado Carlos López.

Según él, en sus posiciones sobre el matrimonio o la posibilidad de adopción de los homosexuales, Ordóñez, en lugar de ser garante de los derechos de la sociedad, “traslada su vocación teológica a la teoría de los derechos fundamentales, cosa prohibida desde toda racionalidad, pues la Biblia no es fuente del derecho y menos puede serlo de los derechos humanos”. El Procurador reiteró que en la Constitución la familia es la institución básica de la sociedad y el matrimonio es la forma consagrada para constituirla y, en ese contexto, advirtió que en una unión “el marido lo es por la mujer y la mujer lo es por el marido”. A renglón seguido añadió en su concepto que el matrimonio se funda en la dimensión sexual, “porque la mujer y el varón son portadores de una humanidad completa”.

Una idea que ya había esbozado cuando debió pronunciarse sobre la posibilidad de que las parejas del mismo género pudieran adoptar. En la página 37 de su concepto enviado a la Corte Constitucional en febrero de 2009, se lee que “la familia es la forma humanizada de consanguinidad humana”. De acuerdo con el doctor en derecho constitucional Carlos López, esta expresión es la columna vertebral de la postura de Ordóñez, y en su criterio, tiene un origen más bíblico que jurídico. Pero además, López sostiene que esa frase fue tomada por el Procurador, sin que fuera citado, de un ensayo sobre el derecho a contraer matrimonio según las leyes romanas, publicado por Pedro Juan Viladrich.

De acuerdo con López, si uno pone esta idea clave en un buscador de internet, encontrará el ensayo de Viladrich, en donde casi que se teologizan los derechos humanos. Pero, ¿quién es Pedro–Juan Viladrich? Ni más ni menos que toda una institución del derecho matrimonial y familiar, con más de 60 libros y publicaciones, editado y publicado en seis idiomas. Según su currículo, ha sido conferencista en más de 20 países e incorporó el estudio del matrimonio y la familia en la universidad, tesis que han sido apropiadas por academias en Argentina, Perú, Chile y, en el caso de Colombia, en la Universidad de la Sabana, donde ha sido profesor invitado. La relación más interesante se desprende al saberse que también es profesor de la Universidad de la Santa Cruz de Roma.

Esta alma mater responde a la iniciativa de San José María Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei, para crear un centro universitario y servir a la Iglesia en la formación de las ciencias eclesiásticas. En la Universidad de la Santa Cruz se enseña derecho canónico. Según López, esta conexión entre Ordóñez y Viladrich se explica en dogmas religiosos. El Procurador es seguidor de la doctrina lefebvrista, considerada una de las alas más radicales de la Iglesia católica, y en este sentido el profesor López arroja la teoría de que Ordóñez no sólo no citó a Viladrich en su concepto, sino que de esa corriente se nutre para camuflar sus creencias. Su estudio aporta nuevos elementos al debate.

La Corte Constitucional se apresta a emitir un fallo sobre el asunto. ¿Redefinirá la noción de familia y matrimonio? Durante ocho meses, el trámite de esa demanda fue suspendido mientras se resolvía una recusación en contra de Ordóñez porque los demandantes alegaban que ya había prejuzgado.

Finalmente, Ordóñez emitió su concepto y a rajatabla sigue considerando que las uniones homosexuales no tienen como fin la preservación de la especie humana y no pueden adquirir el carácter de matrimonio o familia. En contravía, académicos, abogados y activistas responden que no aguantan más tratos discriminatorios hacia la comunidad LGBT.

Por lo pronto, la madre de la alcaldesa de Chapinero cuenta que cuando le dicen que es pecado lo que hace su hija, ella piensa en los horrores cometidos por tantos curas.

martes, agosto 17, 2010

Contra el matrimonio gay

Por: Héctor Abad Faciolince

LA CONFERENCIA EPISCOPAL ACABA de producir un sesudo documento en el cual desaconseja a la Corte Constitucional que apruebe el matrimonio para las personas del mismo sexo.

Por una vez estoy completamente de acuerdo con los obispos católicos, aunque tengo la impresión de que estamos de acuerdo por motivos muy distintos. Yo estoy en desacuerdo con el matrimonio gay por la sencilla razón de que también estoy en desacuerdo con el matrimonio heterosexual. Estoy en contra del matrimonio tout court, o de plano. Si lo típico de la cultura contemporánea es lo precario, lo “eterno mientras dura” y lo inseguro, la vieja y venerable institución matrimonial no tiene mucho sentido en el mundo de hoy. En particular el matrimonio católico, que se contrae hasta-que-la-muerte-nos-separe, es un anacronismo insensato, casi imposible de aplicar.

El matrimonio mahometano, tal como lo propone el Imán Jomeini en sus Leyes prácticas del Islam, me parece en cambio mucho más razonable y natural que el católico, aunque habría que hacerle algunos pequeños ajustes. La poligamia, con un número máximo de cuatro esposas por hombre, me parece una opción cara, pero sensata. Habría, eso sí, que complementarla también con la autorización de la poliandria, es decir, que también las mujeres puedan tener hasta cuatro maridos, si les da la gana, aunque yo a ellas les aconsejaría que se limitaran a dos, uno para el sustento y otro para el contento, y pare de contar, por lo pesados y mandones que solemos ser los machos.

En todo caso no es la institución de la poligamia lo que más me gusta del matrimonio islámico. Lo más sabio de esa cultura es el denominado “matrimonio temporal”. Según el esclarecido Imán Jomeini, hay dos tipos de matrimonio: el permanente y el temporal. En el matrimonio temporal, lo importante es que en la ceremonia debe indicarse la duración del mismo. Puede ser “por una hora, un día, seis meses, un año o más”. Lo que uno decida, y al final, si están amañados, el vínculo se puede prolongar. En el matrimonio temporal se le da una cierta dote a la mujer, pero ésta “aunque esté embarazada, no tiene derecho a reclamar ni herencia ni manutención del marido”. Tampoco el marido “tiene derecho a la herencia de su esposa ni tendrá la obligación de vivir permanentemente con ella”. Lo que sí es obligatorio es un mínimo de comercio íntimo pues “el esposo no podrá dejar de tener relación sexual con su mujer por más de cuatro meses”, lo cual no me parece que sea pedir demasiado.

Dicen los eximios obispos de Colombia que “científicamente se ha demostrado que los homosexuales se hacen, no nacen, por lo que aceptar el matrimonio gay sería crear un ambiente proclive a la homosexualidad”. Ignoro qué científicos consultarán los obispos, pero por todo lo que yo he leído la condición de homosexual es mucho más genética que adquirida. De hecho los hijos adoptivos de parejas gays no tienen más tendencia a ser homosexuales que los hijos adoptivos de parejas heterosexuales. En cualquier cultura hay entre un 7 y un 12% de personas homosexuales. Si a ser gay se aprendiera por el ejemplo, habría muchos más curas gays, dados ciertos hábitos de los seminarios.

Yo creo que las parejas gays deberían tener los mismos derechos legales y patrimoniales que las parejas heterosexuales a las que se les reconoce la unión libre. Pero de ahí a querer un rito o una ceremonia civil, el paso es muy largo. El matrimonio gay, y perdónenme la palabra, me parece una maricada. Si lo admirable de quienes viven abiertamente como gays es su inconformidad social, ¿por qué caer en el ridículo conformismo del matrimonio?

Termino dando un testimonio personal. A mi tierna edad no me he casado nunca y espero no caer jamás en tentación; tengo dos hijos a los que quiero profundamente —y ellos no me desprecian—; mantengo buenas relaciones con casi todas las mujeres con las que alguna vez tuve trato íntimo, y espero morir virgen en un solo sentido: el matrimonial. Sostengo que nadie debería casarse jamás.

Safo o el amor de las muchachas.

Safo o el amor de las muchachas. de Armando Esparza